Sebastián Muñoz Beigveder, ¿te suena este nombre?, seguro que no, como tampoco te sonará los nombres de Isabelita de Jerez, Pepe El Molinero, Juan Martínez Vilches y otros muchos. Sebastián Muñoz Beigveder, más conocido en el mundo del Flamenco como “Sebastián El Pena” (1876-1956), o simplemente “El Pena Padre”, ya que su hijo también cantaba y le decían “El Pena Hijo”. Cantaor malagueño nacido en Álora que llegó a grabar sus discos en formato de pizarra. Aunque su discografía no es muy amplia, es lo suficiente para darnos cuenta de que fue un cantaor muy importante. Fue el transmisor de la malagueña de La Trini (1868-1930), cuya versión siguen muchos cantaores y cantaoras actuales, y amigo personal de la cantaora malagueña.
Fue llamado a filas y destinado a Cuba, las influencias musicales que allí recibió le valió para crear un estilo de seguiriya basada en la cabal de Silverio Franconetti (1831-1889). Graba Sebastián El Pena este cante por seguiriya en 1907 y hoy es conocido con el nombre de “cabal del Pena”. Se trata de una seguiriya de cambio o cabal (modo mayor), con aires de guajiras, que se interpreta después de una serie de seguiriyas para cerrar este cante. Muchos cantaores y cantaoras han grabado este cante, después de El Pena. Una versión más moderna es la que grabó la cantaora catalana Mayte Martín en el año 2000 con el título «www. elpena. com» incluida en su álbum “Querencia”.
¿Por qué os cuento todo esto? Veréis, yo tengo una hija que se llama Eva María, de 9 años de edad que le gusta mucho la música. Ella pone en casa música muy variada y últimamente escucha lo que está de moda en este momento, es decir, Rosalía, ya casi me sé de memoria “Malamente” ese tema del trabajo por el que la cantante catalana obtuvo el premio a los Grammy Latinos y que casi todos los adolescente y jóvenes tararean. Al parecer, a parte de la musicalidad de este tema, a ellos les llama la atención esas palmas que ahí suenan, yo incluso he tenido que enseñar a mi hija como tocarlas. Pues bueno, la sorpresa me la llevé un día cuando escucho que sale de su habitación unos sonidos que llamaron poderosamente mi atención. Se trataba de una musicalidad que me resultaba familiar, no era ni más ni menos que ese precioso cante que creó hace más de un siglo el cantaor perote. Sí, Rosalía estaba interpretando su versión de la “cabal del Pena” en su disco “De plata” que así se titula. No daba crédito a lo que estaba escuchando y a lo que ello representaba. ¿Cómo es posible que a los jóvenes le resulte atractiva esta música que tiene más de un siglo de existencia? ¿Es este el camino para acercar a la juventud al Flamenco? ¿Por qué los músicos, que no son flamencos en el sentido más estricto del término, cuando utilizan una base flamenca en sus composiciones musicales tienen tanto éxito? ¿Es esto lo que hicieron Morente y Camarón? Muchas cosas pasaron por mi mente en ese momento.
Es muy común, en el ambiente flamenco más conservador, criticar a todos aquellos cantaores y cantaora que fusionan el Flamenco con otras músicas o bien se salen de los cánones marcados por los clásicos del Flamenco. Pienso que a veces tendríamos que hacer autocrítica y reflexionar profundamente de qué estaremos haciendo mal los que de alguna u otra forma vivimos de nuestra música y nuestro Flamenco y nos dedicamos a la difusión y divulgación de este Arte. Sobre todo cuando una de las preocupaciones principales desde el Flamenco es cómo acercar a la gente joven a las peñas flamencas y al Flamenco en general o que el Flamenco esté de forma real en las escuelas y no como recordatorio de cada año por el día de Andalucía o por celebración del día mundial del Flamenco.
Más abajo te dejo los cantes originales sobre los que se ha basado Rosalía. En la interpretación de la cabal del Pena (en el minuto 1:49 segundos) se escucha una voz que dice: «vamos a cambiar ahí, valiente». Es un aviso al guitarrista para que pase al modo mayor (cabal), a la seguiriya de cambio. Viene a decir «vamos a cambiar de estilo». Si se me puede permitir la ironía, eso mismo habría pensado Rosalía con su versión «De plata».