179 – LOS PALOS DEL FLAMENCO. MALAGUEÑAS: ESTILOS, CREADORES E INTÉRPRETES (IV). A BUSCAR LA FLOR QUE AMABA

Nos dice Jorge Martín Salazar, en su libro “Las malagueñas y los cantes de su entorno” que, tras la aparición artística de Juan Breva, la malagueña gozó de un periodo de gran popularidad y difusión. Otra gran figura del cante, Enrique el Mellizo, gitano de Cádiz y compositor de importantes estilos de seguiriyas y soleares, pronto iniciaría una auténtica revolución en la malagueña al liberarla del acompañamiento de guitarra acompasado procedente del baile que aún conservaban los cantes de Juan Breva, pese a que estos fuesen interpretados exclusivamente para ser escuchados.

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Iban a ser dos discípulos del Mellizo, Chacón y Fosforito, los que culminarían la revolución iniciada por su maestro a partir de 1886, fecha en que ambos cantaores dieron comienzo en Sevilla a una competencia tan reñida como no recordaba otra la afición sevillana. Tal competencia se basó en unas modalidades de malagueñas que por entonces empezaron a ser conocidas como “malagueñas nuevas” y que, más tarde, llegarían a ser consideradas como los prototipos de esta forma de cante”.

“Casi al mismo tiempo que Chacón y Fosforito transformaban la malagueña, otros intérpretes, como el Canario, el Perote, el Niño de Tomares y la Trini, intentando despegarse de los viejos estilos de Juan breva que, componían también nuevas malagueñas que, aunque muy bellas, no alcanzaban todavía el grado de evolución logrado por los estilos de Chacón y Fosforito”.

“Ello nos lleva a la conclusión de que los dos últimos decenios del siglo diecinueve constituyeron la auténtica época dorada de la malagueña, pues en tal periodo desarrollaron su actividad artística todos los grandes intérpretes hasta ahora mencionados y en él tuvieron vigencia las más bellas malagueñas conocidas (…)” como las que hoy protagonizan nuestro programa de hoy.

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