El villancico, como indica su propio nombre, es la canción de villa, de las granjas, de los villanos (no peyorativo); la que servía para registrar la vida cotidiana de los pueblos. Según algunos historiadores, este canto surgió por el siglo XIII, siendo difundido en España en los siglos XV y XVI, y en Latinoamérica desde el siglo XVII. En sus inicios fue una forma poética española y lo usaban como registro de los principales hechos de una comarca, la que servía para registrar la vida cotidiana de los pueblos, como una poesía cantada.
A lo largo de la historia, ha sufrido muchas transformaciones. Los villancicos eran originariamente canciones profanas con estribillo, de origen popular y armonizada a varias voces. Posteriormente comenzaron a cantarse en las iglesias y a asociarse específicamente con la Navidad. El villancico no sólo se consolidó como género, sino que se convirtió en el arquetipo de la ‘canción de Navidad’. Su temática se concentra en el niño Jesús, la Virgen María, San José, los Reyes Magos, los pastores y la Estrella de Belén.
No es fácil situar el origen del villancico flamenco, aunque se toma como punto de referencia al barrio de Santiago de Jerez de la Frontera de finales del siglo XIX. Será el jerezano Rafael Ramos Antúnez (Jerez de la Frontera 1893-Sevilla 1954) el primero en grabar una auténtica creación personal de villancico flamenco que dice así:
Los caminos se hicieron, con agua viento y frío, caminaba un anciano, muy triste y afligío. ¡Gloria! Y a su bendita Mare ¡Victoria! Gloria al recién nacío ¡Gloria!
Tanto éxito tuvo en los tablaos y Cafés sevillanos de la época, que se cuenta que los mismos aficionados empezaron a nombrar a su autor como El Gloria, sobrenombre que le valió para su nombre artístico de El Niño Gloria.
Otro villancico muy popular son Los Campanilleros. Uno de los villancicos flamencos más versionados y que se debe al jerezano Manuel Torre (Jerez de la Frontera, 4 de diciembre de 1880-Sevilla, 1933) que lo grabó en 1929 con la guitarra de Miguel Borrull. Son muchos los cantaores y cantaoras que lo han interpretado pero fue La Niña de la Puebla quien lo popularizó, también El Niño de la Rosafina tiene una versión muy particular.
Esta fue la letra que grabó Manuel Torre:
A la puerta de un rico avariento, llegó Jesucristo y limosna “pió” y en “lugá” de darle una limosna, los perros que había se los achuchó… Y Dios permitió, que ar momento los perros murieran y el rico avariento probe se “queó”.
Desde entonces se sigue esta tradición en Jerez de la Frontera cada año con su ya tan conocida Zambomba.
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