133 – LOS PALOS DEL FLAMENCO: LOS CANTES DEL PIYAYO

El Piyayo es el nombre artístico de Rafael Flores Nieto, gitano nacido en el barrio malagueño de El Perchel en el año 1864. Fue un cantaor profesional que se ganaba la vida cantando en tabernas y reuniones flamencas. Su forma de vestir y de caminar le caracterizó de forma singular.

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Fue un personaje realmente pintoresco y muy popular en la ciudad de Málaga. Su figura no ha sido bien conocida en el mundo del Flamenco. Esto es debido a una confusión del poeta malagueño José Carlos de Luna, que compuso un poema sobre un gitano de circunstancias bien distintas a la del Piyayo. El gitano que retrata el poeta era “El Rabúo”, que por error lo llamó Piyayo. La descripción que hace José Carlos de Luna no coincide con las del Piyayo, ya que éste ni era chicuelo, ni vivió en El Altozano, ni tenía bajo su custodia a ningún nieto. El único nieto era el de su apellido. Tampoco era tomado a burla por la gente, ni su arte era tan extraño, ni pedía limosna por tangos. Falsa es también la imagen de borrachín con que nos lo pinta el poeta.

Su biógrafo, Eusebio Rioja, cuenta que el Piyayo estuvo en Cuba y participó en la Guerra de 1898. Las letras de sus cantes nos hacen pensar que estuvo en la cárcel durante esta guerra, pero poco más sabemos.

El Piyayo se acompañaba él mismo con su guitarra y creó un cante con ecos de guajiras y carceleras. Un estilo genuino, pegadizo y alegre. Se desliga de los tangos por su compás irregular y una métrica poco habitual en el Flamenco, la décima.

Los motivos de sus letras son jocosos y divertidos, con alusión a situaciones carcelarias, de extrema pobreza y discriminación, absurdas y ridículas. Se conoce este cante como Cantes del Piyayo.

Según su cata de defunción, Rafael Flores Nieto murió en Málaga, un 25 de noviembre de 1940 en la plaza de Santa María, en una chabola de madera que tenía por vivienda, a los 76 años de edad, a consecuencia de una arteriosclerosis severa, producto inevitable de la mala vida que le deparó la mala suerte.

Sus restos descansan en el cementerio de San Rafael de la capital malagueña. En 1978, el Ayuntamiento de Málaga le dedicó un festival homenaje. Su guitarra se conserva en la Peña Juan Breva de Málaga y la Peña Flamenca del Rincón de la Victoria lleva su nombre.

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