El 8 de enero de 1870 en Málaga, sale el primer número del periódico satírico “La Escoba: manojo de algarabíos literarios para barrer y limpiar muchas cosas sucias”, dirigido por el republicano Teobaldo Nieva. Tres meses más tarde, un 12 de marzo en Madrid, se realiza un consejo de guerra para juzgar al Duque de Montpensier, que había matado en duelo a su primo el infante don Enrique de Borbón.
El 18 de junio de este mismo año se decreta la ley por la que se implanta el Código Penal en España. La semana siguiente, la reina Isabel II de España, exiliada en Paris, abdica del trono en favor de su hijo Alfonso XII y mientras tanto las Cortes españolas eligen a Amadeo de Saboya, Amadeo I, para ocupar el trono en nuestro país. Será en el verano de este mismo año cuando nace una de las grandes figuras para la historia del Flamenco, aunque ha sido injustamente tratado y tristemente olvidado.
Cayetano Muriel Expósito, de nombre artístico “Niño de Cabra”, nació en Cabra (Córdoba) en el número 5 a los pies de la Cuesta de San Juan, en el barrio del Cerro, el día 7 de agosto de 1870. Fueron sus padres, José Muriel Corpas y María de la Cruz Expósito, que sacaron adelante a cinco hijos con las lógicas carencias económicas de aquellos difíciles años. Ya en la Nochebuena de 1876, se escucharon los primeros cantes de Caetanito, como cariñosamente le llamaba su familia.
Junto al guitarrista Paco de Lucena, Cayetano Muriel es considerado el primer artista con proyección que dio el flamenco en la provincia de Córdoba. Tuvo los oficios de barbero, molinero y vendedor ambulante de telas, hasta que merced a su privilegiada voz abandona su oficio para dedicarse al cante y con veinte años debuta en el Café del Burrero de Sevilla junto a Don Antonio Chacón.
Actuó en Antequera, Lucena, Córdoba capital, Rute y Málaga, con esporádicas actuaciones en Madrid y Barcelona. No le gustaba cantar en los grandes escenarios, prefiriendo la reunión de cabales. Se hizo acompañar por los mejores guitarristas de su tiempo: Ramón Montoya, Manolo de Badajoz, Enrique López, Enrique Molina, entre otros.
Es considerado el mejor intérprete de los fandangos de Lucena, y siendo el primero que los grabó. Creó su propia malagueña, su guajira, y su peculiar caña, aparte de destacar en todos los cantes, lástima que no grabara saetas, como queda acreditado que las cantó a las imágenes en Semana Santa, en Lucena, en Cabra y en Antequera. Resulta chocante que Cayetano Muriel no haya sido considerado como una figura esencial del Flamenco, puesto que convivió y escuchó a los grandes de su tiempo como: Don Antonio Chacón, la Trini, la Niña de los Peines, y otros muchos grandes artistas flamencos.
Cuenta el egabrense con dos Peñas Flamencas en honor a su nombre, una en su pueblo natal, Cabra y otra en su lugar de fallecimiento, Benamejí; así como una calle a su nombre en Málaga capital, en el barrio del Torcal, junto a la calle Don Antonio Chacón, del que fue su discípulo. Poco a poco se fue perdiendo el interés por este maestro del Cante, que sin saber cómo ni por qué, un manto de silencio lo cubrió a partir de su muerte, acaecida en Benamejí, provincia de Córdoba, un 9 de mayo de 1947 a la edad de 77 años.
4 Me gusta