23 – LA PIRIÑACA Y EL CANTE DESDE EL DOLOR

En Jerez de la Frontera de finales del siglo XIX, nace Ana María Blanco Soto en la Calle de la Sangre, del barrio de Santiago. Ana María, más conocida en el mundo del Flamenco como Tía Anica la Piriñaca, apodo heredado de su padre, nace el 11 de abril de 1899, hija de padre gitano y de madre paya.

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Aunque toda su vida la pasó rodeada de gitanos del barrio de Santiago, era “entreverá”, como dicen en Jerez a las personas mitad gitana y mitad paya, aunque su cante es cante gitano puro.

Fuente: TVE

Desde su infancia se dedicó a los trabajos del campo y los cortijos y allí se inició en el cante. Se casó con veinte años y su marido le prohibió que cantara en público hasta el punto que no pudo hacerlo ni en las reuniones familiares y tampoco en el bautizo de sus hijos. Una vez fallecido su marido volvió al cante y con esta actividad sacó adelante a sus siete hijos. Así lo cuenta su biógrafo, José Luís Ortiz Nuevo, en su libro “Yo tenía mu güena estrella”.

A principios de los años cincuenta, ya fallecido su marido, canta en ventas y en fiestas privadas y posteriormente actuará frecuentemente en la Venta de El Morito. Cantaora que se prodigó en los palos por soleares, seguiriyas y bulerías, aprendió directamente de sus paisanos Manuel Torre, Antonio Frijones, Juanichi el Manijero y de Tío José de Paula. Cantaba con otros cantaores y aunque era la única mujer, era muy respetada y admirada.

Su retrato y su voz quedaron grabados en la serie Rito y Geografía del Cante de RTVE, en varias antologías flamencas y en dos discos en solitario: Por el aire de Santiago y Cuatro Veces Veinte Años. Ha quedado para la historia del Flamenco su famosa frase que le dijo al escritor y flamencólogo Caballero Bonald: “Cuando canto a gusto la boca me sabe a sangre”.

No sabemos cómo sería su cante y su voz de joven porque ya grabó de mayor, cuando su voz y sus facultades ya estaban más mermadas, pero asombró a todos con su cante recio y viril, poderoso y tremendo, arcaico y de gran belleza. Intervino en festivales y recibió en vida algunos homenajes.

En 1985 la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces le rindió un público y merecido reconocimiento. Recientemente se ha cumplido 120 años de su nacimiento. Tía Anica la Piriñaca falleció un 4 de noviembre de 1987, en su ciudad natal Jerez de la Frontera, a la edad de 88 años. Ese día se apagó la voz más antigua del cante que nos quedaba.

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